lunes, 13 de junio de 2011

Diluido

“En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante, siguen siendo dos.

No lo voy a negar, sí hay dos cosas que me gustan,por sólo enumerar dos, en esta vida son el café y los libros de Erich Fromm. Hace unos días estaba sentado en la cafetería de la facultad de psicología, en mi rinconcito, con un café en una mano y “El arte de amar en la otra”. Una experiencia que os recomiendo de corazón, entre la amargura del café, su aroma, su cafeína y la narrativa de Fromm mi mente hechó a volar.

Muchas veces nos encontramos con personas que conocemos (y apreciamos) cambian radicalmente su personalidad, modifican sus metas y su conducta cuando están dentro de un contexto social nuevo o acaban de encontrar a una pareja. Incluso podemos llegar a reconocernos a nosotros mismos en ese pensamiento ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué lleva a un sujeto a dejar su personalidad atrás para complacer a su pareja?

Para intentar dar respuesta a estas situaciones podemos recurrir a la teoría humanista de Carl Rogers. Nos encontramos con que los demás nos quieren, se fijan en nosotros, nos tratan bien cuando hacemos lo que ellos quieren, es maravilloso ver lo bien que nos tratan los demás cuando hacemos lo que ellos quieren. Pero todo eso tiene una contrapartida importante ya que vemos como dejamos nuestras propias necesidades y motivaciones para comportarnos como los demás quieren que seamos.

Esta forma de actuar surge de la importante necesidad de ser amados, necesidad que en muchas ocasiones hace que dejemos de ser nosotros mismos para ser como la otra persona quiere. Ocurre algo parecido al tirar un azucarillo en una taza de café caliente, nuestro propio autoconcepto se diluye rápidamente dentro de la personalidad de ese ser “amado”.

Estas situaciones crean un estado de discordia, una polifonía de voces, una lucha interna entre la personalidad impuesta por nuestra pareja y el sentido de nuestro propio autoconcepto. Vemos como en esta situación existe un problema de incongruencia entre la experiencia real proporcionada por el entorno y nuestro propio autoconcepto. En esos momentos nos empequeñecemos y dejamos de un lado nuestras necesidades, opiniones y emociones pensando que la vida en pareja requiere “estos sacrificios”.

Lo que más me aterra es ver cómo hemos normalizados este tipo de relaciones las cuales crean un estado alterado interno, no son ni recomendables ni útiles. Tenemos que aprender a olvidar el valor impuesto por los demás y favorecer la tendencia hacia el crecimiento interno y la autonomía. Desde esta autonomía es desde donde han de surgir nuestras relaciones, el amor hacia los demás a de surgir del amor a uno mismo.

“La paradoja del amor es, ser uno mismo, sin dejar de ser dos.” Fromm

Post revisado, reeditado y resubido por J.V.Pérez.

miércoles, 8 de junio de 2011

Magia

Muchas veces esperamos que los cambios ocurran de forma espontánea. Creemos que al no hacer nada y dejar que corra el tiempo por sí solas las cosas tienden a equilibrarse y a cambiar. Puede que sea cierto, mi abuela, sabia mujer donde las haya, siempre me decía que el tiempo nos deja a cada uno en nuestro lugar, pero las cosas no cambian “automáticamente”.

Estos cambios que deseamos que ocurran mientras nosotros esperamos sentados a verlas venir, reciben el nombre de “cambios mágicos”. Muchas veces tenemos la falsa creencia de que las cosas nos ocurrirán sin más por el simple hecho de “ser nosotros”. Creemos que si dejamos de afrontar la realidad que nos rodea y no actuamos delante de los problemas que se nos ponen delante, estos desaparecerán “mágicamente”.

En la mayoría de situaciones en las que nos quedamos parados mientras “la vida pasa delante de nosotros” , pasamos gran parte del tiempo pensando lo que debería o no debería hacer y aquí es donde aparece el temido y fatal “Y si…”. Pasamos gran parte de nuestra vida pensando en ese dichoso “y si…” preparándonos para lo que pueda venir, y no nos engañemos, la mayoría de esas reflexiones acaban siendo castillos construidos en el aire, razonamientos subjetivos que poco o nada tienen que ver con la realidad.

Pasamos demasiado tiempo pensando en el “y si…” y poco tiempo actuando. Personalmente soy del tipo de personas que, cuando van a darse la ostia, prefiere ver cómo llega el suelo, así tengo tiempo para poner las manos antes de darme el gran golpe. Y como yo mucha gente, el problema radica en nuestra falta de habilidades o recursos necesarios para “empezar a movernos”, esas habilidades que hacen que demos ese primer paso que nos impulsa al cambio.

Estas habilidades son fruto de la experiencia, hablando claro, este aprendizaje es fruto de los palos que nos da la vida. Estos palos nos enseñas como actuar antes situaciones parecidas, nos impulsan a alcanzar nuestras metas y nos ayudan a saber que no hemos de hacer, este entrenamiento nos hace revivir experiencias tratando de no volver a cometer los mismos errores, algo que desgraciadamente falla más de lo que desearíamos.

El problema es que tratamos de polarizar nuestros pensamientos y emociones, todo es blanco o negro, este pensamiento digital reduce nuestro punto de vista en cuanto a las opciones que disponemos. Hemos de alejarnos de ese tipo de pensamientos, abrirnos a la experiencia, observar las cosas de forma objetiva y entonces obtendremos de esta polarización un equilibrio que nos impulse a actuar.

No todo es blanco o negro, el mundo está lleno de colores maravillosos, sólo tienes que saber donde y cómo mirar...

Post escrito, reeditado y resubido por J.V.Pérez.

domingo, 5 de junio de 2011

Expectativa.

“Todo se reduce a expectativas”, en una clase más o menos reciente discutíamos sobre el papel de las expectativas cuando el profesor lanzo este órdago, nunca me ha gustado ser tan reduccionista, pero en aquel momento lo vi claro.

Primero centrémonos en el concepto de expectativa: “Una expectativa, que es una suposición centrada en el futuro, puede o no ser realista. Un resultado menos ventajoso ocasiona una decepción. Si algo que pasa es completamente inesperado es una sorpresa.” Siempre actuamos en función de nuestras expectativas, es por ello que son consideradas uno de los mejores predictores del comportamiento que existen. Estas expectativas surgen de la necesidad de control sobre el ambiente que posee el ser humano. La incertidumbre nos asusta, nos da miedo y en un intento, más o menos bueno, de predicción tratamos de construir una visión sobre nuestro porvenir. Esto nos hace pensar que la previsión del futuro es el auténtico antecedente real del comportamiento.

Esta predicción estructura nuestra conducta y hace que actuemos de forma coherente con las expectativas que poseemos. Pongamos por ejemplo la expectativa de meta, estas metas dirigen la conducta humana hacia lo que deseamos conseguir. Actuamos en función a nuestros objetivos y nos hacemos expectativas constantemente y sobre cualquier acontecimiento. Pensemos en los cosas que hacemos o hemos hecho para estar con esa persona que tanto nos interesa, la expectativa de conseguir estar con esa persona nos ha llevado por un largo camino, no siempre exento de problemas.

En este camino nos habremos topado con varias actuaciones ilógicas, actos que nos han desconcertado o simplemente frases o pensamientos que nos han dejado fuera de logar. Lo más fascinante de estas expectativas es precisamente eso, su subjetividad y su falta de lógica. Muchas veces nos preguntamos ¿Por qué estoy haciendo? ¿Me querrá más si me comporto de esta manera o de otra? ¿Conseguiré aquello que anhelo?.

Hacemos cosas que nunca pensaríamos que podríamos hacer guiados por esas expectativas, las cuales, en ocasiones, van un paso por delante nuestro. Todos hemos realizado “locuras” por amor, nos hemos ilusionado mucho por una persona que nos parecía perfecta, por esa persona que veíamos con pasión, sinceridad y cariño. Luego vemos cómo todo ha sido una mentira, una decepción. En este momento es cuando decimos “¡Gracias expectativa! de no ser por tí ahora mismo no me sentiría como un completo idiota”.

El problema es muchas veces nuestras expectativas no están ajustadas a la realidad ya que todos interpretamos el mundo de una manera subjetiva. Este fallo de ajuste nos crea frustración al ver que nuestras expectativas no son satisfechas. Pero no todo es negativo ya que este desajuste nos llevará a una construcción de nuevas expectativas, y si hemos aprendido de la experiencia, estas expectativas estarán más ajustadas a la realidad. Esta subjetividad y fallo de nuestras expectativas viene dado por la percepción equivocada que tenemos sobre nosotros mismo.

Cómo comentaba anteriormente “vivimos en un autoengaño permanente”, el no ser sincero con nosotros mismos lleva a construir expectativas poco realistas basadas en nuestra propia subjetividad. En este punto me pregunté “Si las expectativas, para ciertos aspectos, pueden ser perjudiciales… ¿No sería mejor no tener ninguna expectativa?”. Al poco tiempo di con la respuesta, no tener ninguna expectativa es, por si mismo, una expectativa, lo cual nos lleva a una paradoja de difícil solución…

Hemos de centrarnos en el momento, vivir el aquí y el ahora de forma consecuente con nuestros deseos y posibilidades… Creo que es la mejor expectativa que he encontrado.

Post escrito, reeditado y resubido por J.V. Pérez.

Un momento para el recuerdo.

Siento tener el blog un poco abandonado. La vida ahora mismo va demasiado deprisa y no tengo todo el tiempo que me gustaría para dedicarlo al blog. Son periodos de mucho trabajo y exámenes por lo que he decidido reeditar entradas antiguas del anterior blog para los que no tuvisteis la oportunidad podáis leerlas.

Durante estos meses me ha sido imposible colgar material nuevo, mi mente ha estado en otros lugares y siento que , hasta dentro de un mes que las aguas vuelvan a su cauce, no tendré el tiempo y las fuerzas que requieren este tipo de blogs. Pero no os alarméis, mi ilusión y mis ganas siguen intactas.

Hasta entonces os dejo con unos post reeditados de mi blog anterior.
Un abrazo J.V. Pérez.







Lo mejor de ti