miércoles, 23 de marzo de 2011

Rompiendo las cadenas.

En aquel instante ella le cogió la mano, tan sólo un segundo después notaba un golpe en el vientre, una rápida exhalación y un duro pinchazo en el estomago, resumiendo, una horrible sensación. Ella sabe que la quiero, sabe que estoy aquí, pero parece no importarle lo más mínimo. Veo como sus labios se acercan, sigo mirando sin saber la razón, un macabro reflejo me impide apartar la mirada. El dolor se intensifica, noto el segundo exacto en el que mi corazón dice basta… Al fin mi mirada baja, tras un esfuerzo enorme y, entonces, llegó el vacío.

Llevo horas vagando por la calle, sin ninguna dirección completa, solamente quiero andar. A duras penas llego a mi habitación, a oscuras y con cierta dificultad conecto el mp3 a la minicadena pensando que la música haría de esto algo menos duro. En la sombras me acurruco en el suelo, en una esquina de mi cuarto.

“Somos esclavos de nuestros afectos”, demasiada verdad en una frase tan corta. El amor crea unas cadena y unos grilletes que nos atan a esa persona que amamos. Dulces grilletes hasta que esas cadenas se transforman en tu cárcel, entonces es cuando más pesan. “Idiota, idiota, idiota. Hace unas horas decía que te amaba y ahora… Ya los has visto. Idiota, idiota más que idiota”.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero uno de esos dulces azares del destino, un momento en el que tu ipod se alía contigo, un momento en el que la opción aleatoria parece saber lo que piensas, en ese momento sonó la canción. Esa canción especial que siempre te ha acompañado en los momentos duros y que otorga una luz clarividente a tus pensamientos, una canción que te hace resurgir.

Tocando mis muñecas sentía esos grilletes imaginarios. “Pesan demasiado, me aprietan, hacen daño, he de deshacerme de ellos”. Sé que hay batallas que no se pueden ganar y la de ese día la perdí, pero me di cuenta de que perder una batalla no significa perder la guerra, era mi libertad y mi paz las que estaban del juego. Los grilletes y la cadena empezaron a resquebrajarse. “Valgo mucho más que esto”

Sí alguna vez amig@ mío has pasado por ello comprenderás a la perfección la sensación de la que te hablo. Un nuevo amanecer, una nueva luz, un nuevo golpe de brisa, volver a sentir esos pequeños placeres, ser libre no sentir envidia ni resentimiento… Puede que las cosas tengan sentido ahora, una sonrisa tímida se escapa de mis labios en ese momento maravilloso en el que ves el mundo con asombrosa claridad y todo empieza a encajar.

Al abrir la ventana veo que la noche está bien entrada, la luna llena, majestuosa en el cielo arropada por un centenar de estrellas. “Yo no he perdido, ella ha elegido mal, el ciego no soy yo. Ahora no”. La sonrisa crece, sé que he perdido esta batalla, pero la derrota significaba el inicio de la victoria, el inicio de la paz.

Han olvidado algo siempre; tengo un as en la manga. Las cadenas se han roto…

domingo, 13 de marzo de 2011

Mis dos mentes.

Durante años había deseado tenerla entre mis brazos, rodear su cintura con mis manos, susurrarle al oído lo mucho que la deseaba… Ahora, mientras la beso, mientras acaricio su cuello, mientras siento su cuerpo contra el mío un único pensamiento recorre mi mente: “Se que me va a romper el corazón”.

En aquel momento me dejé llevar y aprendí (con algo de tiempo y un corazón roto) que esta batalla entre la emoción y la razón tenía que acabarse, comprendí que era necesario que ambas fluyeran en un estado pacífico, calmadas y sosegadas. Era necesario que dejaran de pelear entre sí y se pusieran a trabajar juntas por un bien común, era necesario que firmases una tregua y unieran fuerzas con el fin de ser feliz y estar en paz conmigo mismo.

Hace no mucho me preguntaron ¿Se pueden domar las emociones? Mi respuesta fue tan clara cómo directa y es que si no lo creyera no me dedicaría a esto de la psicología. No digo que sea fácil, puede llevar meses, años, pero conseguir ese equilibrio entre pensamientos y emociones es cuestión de esfuerzo y voluntad. No hay más.

Después de aquella vez me prometí a mi mismo que nunca me volverían a romper el corazón, que prefería estar en soledad que “venderme” por un poco de cariño. Juré no volver a caer en esa búsqueda desesperada de afecto y comencé a buscar en mi mismo, comencé a conocerme, a sentirme afecto, en pocas palabras, comencé a valorarme.

Los años pasan y la soledad es un maravilloso viaje de autodescubrimiento al que muchos temen, otros pasan por él, aprenden, se adaptan y consiguen un estado de paz con ellos mismos. No hay que temer a la soledad, hay que abrazarla, disfrutar de ella y entenderse a uno mismo. Los que temen a la soledad buscan desesperadamente algo de cariño, son sombras manipuladoras que no hacen más que embelesar las mentes de sus parejas con una ponzoña oscura que acabará ellos tarde o temprano.

Yo no quiero eso y espero que tu querid@ amig@ tampoco lo quieras, desde mis experiencias entendí que la pareja son dos personas que, en base a la libertad , la confianza , el amor y la pasión actúan como un solo ser. Sin manipulación, sin dolor, sin chantaje… EN PAZ.

Lo mejor de ti